
¿Por qué me esfuerzo por ver cuadno no hay nada ante mí?
¿Por qué es uqe trato de dar si nadie me da lugar?
¿Por qué morir por vivir si vivo para morir?
Tal vez en el momento menos pensado oigamos el antiguo pregón olvidado. -Historias, historias... ¿Quién quiere oír una buena historia...?
El Kavanagh forma parte de la mística urbana. se tejen a su alrededor muchas historias, algunas cotidianas e intrascendentes, otras legendarias, como la que cuenta que en el edificio hay fantasmas y que habitan en los sótanos.
En 2004, al tiempo que se restuaraba, la escritora Esther Cross publicó una novela titulada Kavanagh, donde relata las vidas entrecuzadas de vecinos y espectadores, de narradores y observadores que bien pudieron existir, o no, pero que siempre, y sin duda, dan la pauta de lo que despierta el monumento.
Vista desde el piso catorce, la Plaza San Martín pierde el gris rutinario para ganar glamour: las personas se perciben como pequeñas pinceladas que trancurren y mutan mágicamente, como en un cuadro de Dalí, confundiéndose con los árboles y los autos... Corina Kavanagh había reservado para ella este piso. Es el único que ocupa la planta entera; tiene 700 metros cuadrados, una terraza amplia en el frente y dos jardines laterales. En 1948 lo alquiló a la familia del banquero Henry Roberts, quien aún lo ocupa.
El edificio permanece een la ciudad que cambia y que lo incluye como un privilegio. Dice el presidente de la junta de Estudios Históricos del Buen Ayre, Eduardo Lazzari: "Incluso, si alguien quiere mirar de frente la actual basílica del Santísimo Sacramento, debe pararse en el pasaje 'Corina Kavanagh'".