13.7.09

Fragmento del capítulo
LACOONTE

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Así, podemos ver que el principio del cine no es algo que le lloviera a la humanidad de los cielos, sino que ha ido creciendo desde lo más hondo de la cultura humana. Nos parece que este principio cinematográfico crece y se desarrolla dentro el propio cine; y que, dado que todas las formas de cine están determinadas por la naturaleza de la sociedad que las crea, es en la forma más alta de organización social -la nuestra- cuando estamos avanzando hacia el pleno entendimiento de la estética de esta forma artística, es decir hacia un nivel de comprención en el que todos y cada uno de los logros artísticos contribuyen en favor de una imagen cada vez más clara de los principios que la sustentan. En esto se refleja la esencia de nuestro sistema: en que la sociedad se construye sobre la premisa de ser la generalizaciónmás perfecta deaquella unidad a partir de la cuál se construye el ser humano.
Nuestro sistema es una sociedad que es humana en su grado máximo, la única forma posible y genuina de sociedad humana, impregnada como está por la imagen del hombre, en beneficio del cual se creó el sistema. En estética, me parece, esto se refleja sobre todo en el hecho de que, en los logros más avanzados de cualquier forma artística, los principios se esa forma artística se acercan al máximo a los primeros principios de todo arte. Algunos hombres tuvieron una genial previsión, capaz de adelantarse a su época y hacer frente a las estructuras sociales destinadas a la postre a dar origen a un sistema como el nuestro, pero su genial perspicacia queaba fatalmente distorsionada y emborronada por reflejarse en la conciencia típica de un sistema respecto al que eran deliberadamente antagonistas, pero cuyas menten no podían sino reflejar.
Ése era el caso, en mi opinión de Scriabin* en el arte de la música. Lo que estamos describiendo en este estudio como una secuencia en el arte de la forma cinematográfica -a saber, la progresión encuadre/plano/montaje/cine sonoro- se hace eco exacto de la concepción que tenía Scriabin de la música. Pero mientras en su caso se trataba de una intuición aislada que se encarnaba enla manera y estilo individuales de un artista genial, en nuestro caso, creo, no se trata deun estilo o tendencia aislados; es el resultado de un entendimiento quepuede alcanzarse colectivamente a partir de los principios de todo un ramo de nuestra cultura, o más bien de toda una tendencia dentro de una forma artística: el cine. Esta precisión es necesaria, no vaya a ser que de nuevo me acribillen a pedradas por ignorar otras tendencias que están inextricablemente unidas a ella y de las que está tejida la completa urdimbre de una obra de arte cinematográfica. Y es que en cada parte constituyente de una producción cinematográfica vemos reflejado en el conjunto el principio de su más pequeño elemento (de la forma cualitativa apropiada), igual que en la obra completa vemos que el cine en su conjunto es -no sólo visualmente, sino en su composición total,o sea, en su forma- un reflejo de la misma cosa, del hombre.
(...)
Cuando decimos que en las estructuras fundamentales de la estética cinematográfica está contenida la naturaleza única del fenómeno cinematográfico -la creación de movimiento a partir de la colisión de dos formas inmóviles- no tratamos del movimiento natural, físico, sino algo que tiene que ver con el funcionamiento de nuestra percepción. No es sólo es éste el fenómeno primario de la técnica cinematográfica; es sobre todo un fenómeno primario de la capacidad de la mente humana de crear imágenes.
Y es que, en sentido estricto, lo que se produce en este caso no es movimiento; más bien, nustra conciencia despliega su capacidad de juntar dos fenómenos separados en una imagen generalizada: fusionar dos fases inmóviles en una imagen en movimiento.
Cualquier otra interpretación del fenómeno básico del cine (y de las correspondientes conclusiones que de ahí surjan) no sólo sería falsa respecto a los hechos, sino que además sería puramente impresionista.
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SERGEI EINSENSTEIN


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* Alexander S. Scriabin (transcrito también Skryabin) (1871-1915), pianista y compositor ruso, cuyo "Poema de fuego" (conocido también como "Prometeo"), escrito en 1913, contiene en la partitura una línea para un teclado de luces que controle el juego de colores en una pantalla que debe acompañar a la música. Einsenstein mencionó también a Scriabin en "La cuarta dimensión del cine", en 1929; véase en inglés Writings, 1922-1934, cit., págs. 183,186,187.

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