El ángel de las botas
HVT
Como botas de ahogado,
mis botas junto al mar se han azulado.
Mis botas sin jinete
y en espuma de mar, no de caballos.
Sus puntas ya no sienten
mi cuerpo en los estribos, casi alado.
Y mis piernas no surgen
de su cuero, tirante hacia lo alto.
Sin botas por la arena,
corro hasta ellas sonriendo, y con mis manos
las alzo. Y frente al agua
las afirmo de nuevo, arrodillado.
Surgiendo de mis botas,
como a golpes de viento se ha formado.
Y por olerlo rueda
el mar hasta mis botas, disparado.
En medio de su cuerpo
crecen olas, lamiéndolo y quebrándolo.
Azul de brazo a brazo,
sus pulmones son cielos destrozados.
Cintasblancas y azules
atan su pelo al sol. Y es todo blanco
desde las cortas alas
hasta el vientre. Mis botas más abajo.
Volteadas por el viento,
mis botas caen al fin. Y arrodillado
abrazo más que viento.
Abrazo el ángel que hice con mis manos.
De la niña muerta
HTV
Tenía la altura,
tal vez, de mi pierna.
Midiendo mi pierna
me parece verla.
Cuando por las tardes
jugaba en la arena,
le pedía un balde
por jugar con ella.
Yo jugaba al ángel,
al medirla y verla,
de velas azules
y moños de velas.
Para el mediodía,
de mi sombra cerca,
jazminero bajo,
al andar, era ella.
Ni la flor ni el cielo,
con blancas orejas,
pudieron mimarla; menos tiernos eran.
Vivió en la medida
que planta la hortensia.
Cojo es mi recuerdo;
la llevo en la pierna.
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pránáyáma.
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