LF
Ya despierta el dueño mío
y el dueño del sol también,
y del rocío de las hierbas
que en su sonrisa vuelvo a ver.
Alegría del benteveo,
porque es claro que bien te ve,
y del zorzal, porque algún día
te enseñará a silbar como él.
La rama agacha su columpio
para el pensil del va y ven
y quiere alzarte en su hombro el árbol,
San Cristobalón montés.
El blancor del día se hace ángel
y llega en puntas de pie:
viene a ofrecerte de juguete
el mundo-coco, el mundo-nuez.
Hasta la víbora del cerro
(el amor da siempre bien,
y cada uno lo que puede),
te mandará su cascabel.
Si fuera manca, con mis dientes
te mecería mal o bien,
y ciega, es claro que un lucero
me alumbraría de una vez.
Que a todo riesgo escapes siempres
como la mar a toda red,
y que la lluvia y el relámpago
se paren por verte crecer.
Y aquí está el sueño de tres noches:
que tú, enanito, fuiste quien
quitó las botas al gigante
y ya su fuerza tuya fue.
Mas tu bondad era lo fuerte
y más que el sol y que la miel.
Las bendiciones te seguían
como jamás a papa o rey.
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menosiempreesmas.
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