23.9.09

REQUIEM PARA UN MUCHACHO AHOGADO
RGT

Cantero: tu apellido sugiere canto y rosas*
-la flor de tu sonrisa-
Este poema canta tu adolescencia muerta;
las rosas crecerán de tu noble ceniza.

Tenía un rostro oscuro de madera tallada
y un alma cuya luz desbordaba ternura
y un sentido fraterno de la amistad; tenía
una tímida voz, maneras suaves, y su andar era lento
como el de los que quieren pasar sin hacer ruido.
Sin embargo, ¡qué fuerza interior ocultaba
este chico grandote que aún en la edad del juego
trabajaba, luchaba, sudaba, caminaba y caminaba!
Y tuvo tiempo para repartir
la bondad que sus ojos con sueño reflejaban.

Con fervor desvelado sobrellevó la escuela,
el flaco pan, la casa inverosímil, los afanes amargos
y el violento verano y los inviernos duros.
Una niñez madura sin calor de destino
que el amor de la madre iluminó y sostuvo.

Y este muchacho pobre murió como el más rico
y este muchacho tímido murió como el más fuerte.
El más rico de honor y de sangre valiente
y el más fuerte de puro coraje proletario.
La primer sorprendida, sin duda, fue la muerte.

Yo levanto tu nombre y lo agito
en la faz de la gente cruel o indiferente
como una bandera de trapo comunero.
Y delante del Tiempo, testigo insobornable,
pongo tu nombre al río donde se hundió tu frente:
El río de Cantero.



*Carlos Alberto Cantero, 16 años. Vivía en una villa de emergencia. Por salvar a un amigo, menor que él, murió ahogado, cuando bien podría haber huido a la trampa del río. "Era uno de la villa"... fue el comentario de ciertos burgueses pacatos, pero nadie fue más llorado. Sintieron su muerte quienes fueron sus compañeros en la escuela de la calle Nicaragua -la mayoría no habitantes de la villa- y los niños y muchachos de los alrededores, que le conocieron.

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