13.7.06

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- Permítame que desahogue mi emoción en un sollozo. ¿Está el ordenanza a la vista?
- No, Smilodón.
- Gracias. Voy a sollozar. (...)
En la época de oro del sindicato de la ferocidad, integrado por Toxodontes, Mastodontes, Megaterios y otras difundidas especies, surgió el primer hombre. Cuando lo divisé, sentí deseos de abrirme de colmillos para acogerlo benévolamente. Pero me detuvo una visón futurista de la vida. y al escuchar la voz de la selva, que me aconsejaba exterminarlo, me lancé en su persecución.
Presentía en ese pobrecito animal al ser más desdichado de la creación. Eliminarlo, era ahorrarle el perpetuo sufrimiento.
(...)
Sin comprender que la vida no vale la pena, que vivir es un trabajo mal remunerado y procrear un crimen premeditado, el hombrecillo huyó.
Rogó fuerzas al cielo y levantando con sus débiles brazos un bloque de piedra, me amenazó de muerte.
Peor para él. Su cobardía lo condenaba a vivir.
El Smiledón escéptico
El Alma De Las Cosas Inanimadas
Enrique González Tuñon