19.4.09

PERCEPCIÓN FÍLMICA DEL MUNDO

usar la cámara como un ojo fílmico más perfecto que el ojo humano para explorar el caos de los fenómenos visuales que llenan el universo.

El ojo fílmico trabaja y se mueve en el tiempo y en el espacio para captar y registrar impresiones de manera muy diferente a la del ojo humano. Las limitaciones impuestas por la posición del cuerpo o por lo poco que podemos captar de un fenómeno en un segundo de visión son restricciones que no existen para el ojo de la cámara, que tiene una capacidad mucho mayor.

No podemos mejorar la capacidad de nuestros ojos pero siempre podemos mejorar la cámara.

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...Soy un ojo fílmico, soy un ojo mecánico, una máquina que les muestra el mundo solamente como yo puedo verlo.

En adelante y para siempre prescindo de la inmovilidad humana; yo me muevo constantemente, me acerco a los objetos y me alejo de ellos, me deslizo entre ellos, salto sobre ellos, me muevo junto al hocico de un caballo al galope, me introduzco en una muchedumbre, corro delante de tropas que se lanzan al ataque, despego con un avión, caigo y me levanto con los cuerpos que caen y se levantan.

Liberado de la tiranía de las 16-17 imágenes por segundo, liberado de la estructura de tiempo y espacio, coordino todos los puntos del universo, allí donde puedo registrarlos.

Mi misión consiste en crear una nueva percepción del mundo. Descifro pues de una manera nueva un mundo desconocido para ustedes.

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Pero no basta con mostrar fragmentos de verdad en la pantalla, partes separadas de verdad. Esas partes deben organizarse temáticamente para que el todo también sea una verdad.

DZIGA VERTOV



Balthasar
Joan Cortés Fàbregas


http://www.notodofilmfest.com/index.php?corto=14299



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ya no se si respiro

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10.4.09

COMIENZO PLANETARIO
LF


Roto el cordón umbilical
que lo ata al Más Allá
el hombre avista
lo celestial del mundo y de sí mismo.
El hombre de la masa fue el genio analfabeto
que inventó el hacha, el arco,
la rueda, el bote,
la vela marinera y el molino de agua.
(El hombre de la masa fue siempre de más ojo
que la Teología y las Sorbonas.)
Ellos, los amos, no conocen
pensamiento más alto
que el alza y baja de valores
augustos de la bolsa.
¡El mamón vertical de alma arrodillada!
¿Hasta cuándo
la justicia será filantropía
a cargo de matronas recargadas
de ardor redentorista, de joyas y enjundia?
¿Hasta cuándo el pasado será la tumba del presente?
El suceso que viene
es algo más que el logro de pan y de alfabeto.
Se trata
del barrido del cuerpo y el alumbrado del espíritu
entre un fragor de aurora y de cadenas rotas.
Ellos, los amos, creen en el infierno
y el paraíso ultramundanos,
mas no creen en que el hombre pueda disponer de su suerte.
Creen en el progreso de la máquina y en el del alma no.
No en que el hombre puede
marchar delante de sí mismo.
¿Para el buen nadador no es el nado una danza
sobre las fauces del abismo?
¿Podrá el petardo atómico más que los puños de la historia?
Que el hombre abdique al fin su temor reverendo
e invada su futuro.
Su sombra quedará detrás de sus talones
junto con el estado y con los dividendos.
Se asfixiarán las viejas patrias
dentro de sus aduanas y fronteras.
Y la ciudadanía universal se alzará sola
igual que la semilla enterrada en el surco.
Y será el recomienzo inaugural del Hombre.



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6.4.09


posiblemente el espacio que hay en casa
no sea tuyo
sino uno
el espacio

de cualquier modo
es triste.



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4.4.09


EL CABALLO MUERTO

RGT

Media noche. Sobre las piedras
de la calzada hay un caballo muerto.
Añun faltan cinco horas
par que venga el carro de "La Unica"
y se lo lleve. Ese caballo viejo,
hedoroso de sangre coagulada,
ese pobre vencido, fue un obrero.

Un hermano del pájaro, un hermano del perro.
Fue el hermano del caballo que anduvo bajo el sol,
que anduvo bajo el agua, que anduvo entre los vientos
tirando de los carros
con los ojos cubiertos.
Fue el hemano caballo. Ninguno irá a su entierro.




ESCRITO SOBRE UNA MESA DE MONTPARNASSE
RGT

Una tarde, por el ancho rumor de Montparnasse,
por ese aire de provincia tan confianzudo y claro
-cada ventana paga su pedazo de sol con una canción-
anduve bebiendo el buen vino rojo y alegre como una canción
rojo y alegre como una revolución.

Y entonces pensé: ¿qué haré ahora de mi vida?
Tengo dos amigos, un saxofonista y un vendedor de globos.

Ellos me han dicho: viene el invierno y eso es terrible.

Los gatos se calientan al sol pero un hombre necesita
de la buena lumbre, de la buena carne y de la mujer
siquiera dos veces a la semana.

Algunas mujeres me han detenido en Montmartre
pero me piden cigarrillos y cien francos
y yo sólo puedo darles ágiles besos casi inéditos
y hablarles de mi país sin que ellas me comprendan
y decirles que Blanca Luz está en México
sin que ellas me pregunten quién es Blanca Luz.

Una noche bajo la vieja luna de París degollada en los techos,
-la luna que alumbra a los enamorados y los cobardes-
yo vi cómo en un alto balcón
se amaban un muchacho y una muchacha.

Vengo de Buenos Aires, digo a mis amigos desconocidos,
de Buenos Aires que es tres veces más grande que París
y tres veces más pequeña.

Y aunque mi sombrero y mi corbata y mi espíritu canalla
sean productos perfectamente europeos
soy triste y cordial como un legítimo argentino.

Diría: soy un pobre muchacho abandonado aquí
como una valija rotulada en todas las aduanas del mundo
y quisiera irme al Turkestán poruqe Turkestán es una bonita palabra
y mi amigo Michel Berboff nació en Turkestán.

Pero si yo pudiera llevar a la práctica algo que hace días reflexiono:
¡Ponerme a gritar sobre la Torre Eiffel con afilados gritos
para que venga una mujer y me ame!

¿Conocen ustedes el Neuquén?

Allí hay cabañas de troncos de árboles
y pulperías en donde venden cojinillos y libros de Maurice Dekobra.
¿Y Tucumán? En Tucumán sólo pueden buscarse la noche en los ojos de sus
mujeres y las guitarras de sonoras y floridas parecen patios.

¿Y Mendoza? En Mendoza los niños saben cantar
porque han nacido al borde de las acequias.

¿Y La Rioja? Yo anduve por ahí adolescente y barbudo como un gitano
y perdí una elección con cincuentra pesos y una vaca,
absorto, como Buster Keaton.

¿Y Santa Fé? En Santa Fé viví treinta días en un convento
con ocho frailes fransiscanos que iban doblándose hacia el suelo.
Los duendes venían hasta mi cuarto trayéndome briznas de sol
y por la noche se oculta en las hornacinas
para hacerles señas a los perros sin dueño y a los viajeros extraviados.
Nosotros tenemos además estaciones abandonadas, pozos de petróleo
y escuelas rurales, como en los cuentos de Bret Harte.
Pero lo que no tenemos es la alegría verdaderamente constante,
la risa verdaderamente pura,
el corazón verdaderamente libre.
Y no se hable de mi corazón.

Yo quisiera
anunciar la función en los circos
dando puñetazos a las estrellas rojas.
Yo quisiera escupir los vidrios de un expreso de lujo,
para que rabien los millonarios.
Yo quisiera interrumpir todas las comunicaciones telefónicsa
para ver si encuentro una palabra, una sola palabra para mí
y abrir toda la correspondencia del mundo por ver si alguien,
una sola persona tiene un recuerdo, un solo recuerdo para mí.
Yo quisiera explotar una bomba, derrocar un gobierno
hacer una revolución con mis manos amigas del cristal, de la luz,
de la caricia
-destruir todas las tiendas de los burgueses
y todas las academias del mundo-
y hacerme un cinturón bravío de rutas inverosímiles como Alain Gerbault
para que venga Blanca Luz y me ame.


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