19.9.10

MENSAJE Y COMPROMISO
Leopoldo Torre Nilsson


Viciar de discusiones o artículos con frases hechas, parece ser una de las tristezas que esta época se asigna. Apenas alguien postula lo innecesario de los mensajes en las obras de arte, se lo acusa de preciosista o gratuito, como si entre la gratuidad y el compromiso no existiera un matiz mucho más importante que es honestidad o autenticidad. Un creador puede darle espaldas a la realidad sólo aparentemente, no sé hasta qué punto se le puede dar espaldas a la realidad, no sé hasta qué punto la realidad no nos avasalla aunque le demos la espalda: lo más probable es que el que consigue darnos una impresión de falsa realidad es porque no es sino un mistificador o un artesano y un artesano podrá ponerse de espaldas, de frente o de perfil; siempre será un reproductor o un falsario al servicio de intereses ocasionales. Los hombres no asistimos a una representación donde otros hombres juegan a algo parecido a la vida, sino que, querramos o no, estamos metidos con piernas, pelos y uñas en un juego terrible que se parece a lo que otras generaciones llaman vida; aunque nos encerremos en un gabinete a leer a Plotino, o compartamos la histeria del ávido dólar, siempre sentiremos cómo se nos agrietan los poros y se nos resquebrajan los huesos. El problema no es mensaje o gratuidad; el problema es autenticidad. No ponernos de espaldas o de frente, sino testimoniar nuestra experiencia. ¿Que nuestra experiencia puede ser falsa o intrascendente?, eso escapa a nuestro poder, aunque moralmente ya estemos salvados, y no es poca cosa salir con las manos limpias de este, muchas veces sucio negocio que es vivir. Estamos inconscientemente comprometidos con nuestra época y lo más honesto es despojarnos de todo apriorismo cultural o anecdótico o moral; quizá empezar desde el existir que ya, pese a nosotros mismos, involucra una cantidad de limitaciones -apetitos y cansancios- que subjetivan suficientemente nuestro testimonio. El cine desde hace casi sesenta años viene contando cosas con irregular objetividad y si como documento le falta hondura no podemos negar en cambio que ha sabido ser testigo de algunos ambientes -Griffith, Eisenstein, René Clair- y retrato de algún memorable tipo -Carlitos-. Sus éxitos no involucran los ardorosos y pueriles alegatos antinazi o anticomunista, según los intereses del momento, o los anti-racistas o pro clase media con heroísmo de personaje de novelas por entregas de Capra, para no hablar de las doradas novelitas rosa de los últimos decepcionantes films rusos. Y no es que el cine no sea un artículo apropiado para la publicidad, lo es, y en enorme y peligrosa medida, más que los luminosos en las calles y los carteles en los subterráneos, sino porque a nadie se le ha ocurrido darle jerarquía artística a la publicidad. La demostración nunca sirve para el conocimiento porque siempre necesita fundarse en algo anterior igualmente demostrable; el conocimiento es siempre finalmente sensorial. El cine debe ser utilizado para mostrar -esa es su arma más poderosa- siempre que sea en forma de síntesis, sino corremos el riesgo de ser tan farrangosos y desordenados como la vida misma. Y no le tengamos miedo a la invención: nunca iremos demasiado lejos.

(En Gente de Cine, N°25, agosto-septiembre 1953)

del libro: Torre Nilsson por Torre Nilsson

selección y prólogo de Jorge Miguel Cosuelo.

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-entierraroja-

6.9.10



El Rosa es el Guardián del Invierno,

para cuando llegue la primavera,
los otros se acuerden de su color.

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Ver los árboles,
desde un río

de pavimento rojo.



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